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Fotografías de Andrea Torres en el Museo de Montserrat

Fotografies d’Andrea Torres al Museu de Montserrat

 

 

 

 

 

 

El Espacio de arte Pere Pruna del Museo de Montserrat (MDM) acoge, del 7 de julio al 11 de noviembre, la muestra El silencio de las granadas, formada por una treintena de fotografías -algunas de gran formato- de Andrea Torres Balaguer. La obra de esta joven artista barcelonesa está influida por los sueños y el surrealismo. Explora la relación entre feminidad y naturaleza a través del simbolismo y la técnica de la transcripción de los sueños. Inspiradas por referencias del realismo mágico y de la teoría del psicoanálisis, sus imágenes experimentan con el consciente y el subconsciente. Pensando en el concepto de escena-acción, el artista crea obras que sugieren relatos e invita al espectador a interpretarlas, procurando experimentar con los límites entre la realidad y la ficción.

 

El comisario de la muestra es el historiador y crítico de arte Bernat Puigdollers, miembro del equipo del Museo de Montserrat, que afirma que Andrea Torres "tiene alma de poeta; sabe bien que es preferible la evocación a la rotundidad. Tan sólo presenta los elementos imprescindibles para hacernos caer en la trampa. Articula un escenario basado en el juego y en el artificio -añade Puigdollers. Los seres y los objetos de su mundo habitan un tiempo parado. No hay nada dejado al azar. Las sombras ocultan lo justo y necesario para dejarnos ver y las luces se disponen en la medida exacta para no deslumbrarnos. La autora nos sitúa con destreza dentro de un espacio y un momento concretos, como si abriéramos una puerta, sorprendiéramos una escena que no podemos comprender e, inmediatamente después, volviéramos a cerrarla. Pasado el momento de susto, todo lo que hemos visto nos genera dudas que nos aproximan a las capas más profundas de la realidad o bien, incluso, nos sitúan fuera del plano real, en el terreno ignoto del sueño. En este aspecto se aproxima al surrealismo pero hay que destacar que su irrealidad es siempre verosímil. Todo lo que vemos nos parece posible. Nos podría pasar a nosotros mismos. Y eso nos inquieta más aún".

 

Donde se ve más claramente este carácter es en la serie Hypnagogia, un conjunto de diez fotografías en blanco y negro que, a pesar de ser uno de sus primeros proyectos fotográficos, ya prefigura algunos de sus recursos estilísticos y de sus preocupaciones de fondo. En esta serie la autora transita por el mundo de los sueños. Pero enseguida su obra evolucionará hacia un nuevo lenguaje, más puro, más destilado, más personal. "Esta exposición permite ver con claridad esta evolución desde el mundo del sueño en el mundo interior y del mundo interior al individuo, ligado a un proceso de depuración explica el comisario de la muestra-. El primer paso decisivo es el abandono del blanco y negro para hacer uso del color, que entra en juego como un elemento significante más. Comienza así una serie fotográfica que tiene como elemento común la presencia de una mesa. Encima, un objeto. Estos interiores, bañados de una luz cercana a la pintura barroca holandesa, nos hablan de hogar, de intimidad, de vida interior. Las figuras sin rostro evocan el desconocido. Los objetos rompen la presencia callada de las cosas. Unos pocos elementos perfectamente dispuestos sobre una mesa y la sobriedad de una luz blanda pasan a sugerir proximidad y calidez, una extraña sensación familiar. Empiezan a aparecer elementos característicos de su imaginario: el huevo, la luna, el pez... Todos ellos elementos simbólicos que hacen referencia a la mujer y la feminidad ".

 

Sigue a esta serie la obra más reciente de su producción con el conjunto titulado The unknown, una reflexión en torno a la identidad y el individuo. Figuras solitarias, sin ningún elemento superfluo. Sólo un elemento externo rompe la quietud de la obra: una gran pincelada aplicada con fuerza sobre el rostro, eliminando cualquier rastro de identidad. Cierra la exposición una fotografía inédita, realizada expresamente para la ocasión. "Una obra que, en cierta medida, resume el proceso evolutivo de su obra y su lenguaje, aún en gestación. El volumen destripado de la granada nos habla de feminidad y deseo, de sexualidad, de vida. El fruto, desollado en dos mitades perfectas, nos muestra, impúdico, su interior. El rostro, en cambio, se esconde del reflejo del espejo, mostrándose sin dejarse ver, nos rehúye su mirada para captar nuestra, feliz de ser y no ser. Nada puede atraer más a quien la observa que lo que no puede terminar de conocer. Nada puede complacer más al rostro que se perfila que sentirse deseado. Escondido en el artificio de un instante aflora de manera imperceptible un momento de eternidad. Objetos humildes llenan de sentido y nos obligan a olvidar la belleza evidente de sus formas. Todo se conjura en una mirada, una presencia sin rostro y el silencio de las granadas ", argumenta el comisario Bernat Puigdollers.

 

La exposición, organizada por el Museo de Montserrat, ha contado con la colaboración de la Fundación Vila Casas, la Galería Miquel Alzueta y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona que han prestado obra.

 

Andrea Torres Balaguer (Barcelona, 1990) es la mujer más joven que ha expuesto en el Museo de Montserrat. Es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. Cuenta con numerosas exposiciones en Barcelona, Madrid, París, Londres y Nueva York. En el año 2014 realizó su primera exposición individual después de ganar el I Premio de Nuevos Talentos de la Galería Artevistas. Los años 2015 y 2017 fue finalista de los reconocidos Sony World Photography Awards. Su obra forma parte de prestigiosas colecciones como el Patrimonio Artístico de la Universidad de Barcelona y las colecciones de la Fundación Vila Casas y de la Fundación Bassat. El año 2017 fue una de las jóvenes revelaciones del París Photo. Actualmente, la representan la Galería Miquel Alzueta de Barcelona, In Camera Galerie de París y Qlick ediciones de Amsterdam.