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El surrealismo de Antonio Beneyto en Montserrat

El surrealisme d'Antonio Beneyto a Montserrat
La muestra Cosmos Beneytiano, comisariada por el escritor y crítico de arte Albert Mercadé, permite ver el trabajo de este manchego de nacimiento, pero barcelonés de adopción, considerado como el artista contemporáneo más comprometido con la causa surrealista.

Antonio Beneyto es uno de los máximos representantes del surrealismo contemporáneo en Cataluña y en el conjunto del Estado. Fue designado por Carlos Edmundo de Ory, Chicharro y Sernesí como el mejor valedor de los principios fundacionales del movimiento postista -primera corriente de vanguardia de postguerra en la península que crearon estos tres artistas-, que se pueden desglosar en cinco constantes: libertad, calle, inconsciente, amor loco y eurítmia.

Los dibujos y las formas de Antonio Beneyto son una recreación contemporánes de la iconografía surreal: ojos, escaleras, hormigas, bestias... Un ideal onírico que Beneyto también aprendió en la Barcelona libertaria de los años sesenta, en la que desembarcó proveniente de Mallorca, en 1967.

Desde aquel momento, Beneyto comparte escritura, edición y el cultivo de las artes plásticas en su taller abierto, en el barrio gótico de Barcelona. Cinco décadas de trayectoria en el transcurso de las cuales el artista se ha manifestado a través de una gran cantidad de técnicas que la exposición quiere mostrar: la pintura, la escultura, la cerámica, la obra sobre papel, los abanicos, los libros ilustrados...: un cosmos beneytinao; caos, pero exquisitamente comunicado, desde su delirante universo iconográfico, que tiene como protagonista al hombre y su sueño delante del mundo.

El arte de Antonio Beneyto
Creador fluídico, cosmogónico, poliédrico, polifónico, transhistórico, subterráneo, post-vanguardista, posthumanista, postista... A Antonio Beneyto no se le puede limitar al terreno del dibujo y la ilustración. Como buen vasallo del Surrealismo, el creador viaja a la fuente primera del arte -virginal y hermafrodita-, desde donde bebe y se desliza por el salto de agua de la poiesis, con indiferencia delante del soporte formal: libros, moldes, zapatos, esculturas, abanicos, cortinas, pies, lienzos, sábanas, objetos, puertas... Toda realidad punzante tiene interés en él para plasmar su cosmos, lleno de referencias de la iconografía onírica ortodoxa: la hormiga, la luna, la escalera, el ojo, el pez, el pelo...